Ignorar lo
desconocido es hacerlo más importante de lo que puede llegar a ser y con justa
razón, porque no hay donde, no se oculte lo que se busca, quiere y espera conocerse
Por: Judith Gabriela Cones Paraguay
Estudiante de Forestales y G.A -UNCP
|
Río de aguas cristalinas que se cruzó en el viaje |
Tras presentar un plan de trabajo a la jefatura de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas para una evaluación florística en la ruta ancestral Tanta-Miraflores. Se planificó una salida exploratoria y de avance parcial, para lo cual nos preparábamos Oscar, Hugo, Stephani, Marilia, Abel (especialista en Recursos Agrícolas) y yo, todos muy bien equipados y creyendo llevar lo necesario. El viaje se inicio muy de madrugada en compañía de un aguacero, donde el frío helado embargaba ansias y deseos de llegar a lo desconocido, al mismo tiempo borraba la claridad de la noche.
Esta sería nuestra segunda visita a la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas, volvería a Tanta, pequeño pueblo andino que se encuentra en la cordillera occidental del centro del Perú en la provincia de Yauyos-Lima, entre los cerros Muqui, Ancopuquio y Casacancha a 4,200 m.s.n.m. a orillas del río Warku, lugar donde nace el río Cañete, el lugar es increíblemente maravilloso por las bondades de la naturaleza y por la gente acogedora que convive con sus montañas. En el distrito se halla una ruta ancestral: “Shaqsha-Tanta”, que es de dos días y guarda hermosos paisajes de puna, que en nuestra primera visita habíamos recorrido, pasando por las faldas del nevado Pariacaca que en la cosmovisión andina guardaba una leyenda con el Huaytapallana, las pinturas rupestres de Cuchimachay (imagen 1) con unas enormes paleo-llamas que representan la historia de los antiguos hombres y aún su interpretación se hace dudosa, haber pasado por numerosos ojos de agua, pequeñas y grandes lagunas con características únicas, algunas degradadas hasta en siete colores y otras que se tiñen es sus bordes con el verde de las algas que aún crecen a estas altitudes, una de las mas impresionantes es el Mullococha, muy importante antes de la conquista, se encuentra cerca a las faldas del nevado Pariacaca con una isla pétrea en el centro donde crece el Milli-milli (Bomarea dulcis) y anidan las huachuas (Chloephaga melanoptera).
|
Pinturas rupestres de Cuchimachay, paleollamas |
Se dice que todo aquel que visite al Apu Pariacaca o pase por Él tendrá que realizar un pequeño pago, no por compromiso sino por el respeto que merece. La primera vez realizamos un pago que consistía en armar una ofrenda sobre el suelo, con una manta de bordados muy hermosos, sobre el cual se colocó coca, vino, frutas, y algunas de las herramientas que en el trayecto fuimos utilizando, el pago en honor al Apu se realizó con las mejores hojas de coca que cada uno iba seleccionando, además de un rezo, donde cada uno pedía al Apu por sus mejores deseos bebiendo un poco de vino, y para concluir cavamos pequeños hoyos en donde quemamos las hojas seleccionadas para finalmente enterrarlas.
Partimos a las 2 de la madrugada tomando la ruta que va por la provincia de Jauja, para ingresar a Pachacayllo de allí, por carretera, estaríamos a 118 km.
El amanecer se mostraba en pleno viaje, habríamos pasado como a las 5 de mañana por Pachacayllo, el escenario del paisaje que nos acompañaba era sobrio, se alcanzaba a observar como la neblina abrigaba los pajonales, ver a las vicuñas correr y lo fastuosas que eran, no había visto tantas antes, era seguro estar dentro de la Reserva, pronto llegaríamos. Tras nuestra llegada emprenderíamos otra ruta ancestral: Tanta – Miraflores, lo interesante de esta ruta es que por intermedio de esta aún se conservan las prácticas del trueque (actividad que se desarrollaba en el Perú antiguo a modo de comercio, que consistía en cambiar lo que uno tenía por algo que necesitaba) el cual la hace importante, además un estudio etnoflorístico lograría hacer de conocimiento la flora que podía estar asociado a la Ruta, buscando de esta manera no solo la conservación de la diversidad cultural.
Llegamos a nuestro destino a las 9 de la mañana y encontramos en el puesto de control al Guardaparque Freddy Bonilla, quien nos dio la bienvenida y amablemente nos prestó sus servicios, además nos pudo hablar y enseñar de las plantas medicinales de Tanta; recuerdo que nos habló del Huarcco (Opuntia floccosa), este es muy bueno para los bronquios y se puede preparar en mermelada y mazamorra.
Por la tarde tuvimos la oportunidad de charlar con Jacinto Jiménez (Guardaparque Tanteño), quien por segunda vez nos contaba sus habidas experiencias, sería nuestro guía para la segunda ruta. Jacinto era cazador antes de la creación del Área Natural Protegida… “sabemos que ahora pagan los cazadores por los pumas” nos decía, él fue condecorado en el 2011 como uno de los mejores Guardaparques del país, rescató a un montañista desaparecido en el nevado Tunsho en Junín, en su rescate el médico de profesión y experimentado montañista de 79 años presentaba síntomas de deshidratación ya que tuvo que soportar por las noches temperaturas inferiores a -12ºC…, Jashi habla poco pero nos comunica mucho, me pregunto si es acaso su humildad la que nos deja de contar sus hazañas, pero las sabemos por otros, muchas de sus fotografías fueron usadas para publicaciones turísticas de la Reserva y aunque el cuerpo pueda pasar por muchos años el entusiasmo lo puede todo.
La mañana llegó, iban a dar las cinco, el camino se encontraba enlamado, la noche anterior había llovido y era difícil mover los pies sobre este, veía con que facilidad se movía Jashi, su paso era acelerado y teníamos que coger ese ritmo; ya íbamos alejándonos de Tanta, se veía muy de lejos pequeños tejados y con la neblina era casi imposible ver más, sentíamos la nieve sobre nuestros pies, todo el resto del camino estaría cubierto, y los humedales que engañaban a uno hasta dar con ellos.
Ya serían las 10 de la mañana y tomamos un descanso, una densa neblina cubría los picos de los cerros, el cielo se iba aclarando y se sentía el calorcito de la mañana, con el descanso continuamos el viaje. En marcha dimos con un río de aguas cristalinas donde la corriente había crecido por las lluvias, habría que cruzarla, pisando sobre las piedras que lograban sobresalir y así llegar a nuestra segunda parada; nos encontrábamos exhaustos, las horas de caminata nos iban consumiendo y aún a lo lejos se podía apreciar el nevado “Llica”, que pronto cruzaríamos para llegar a Miraflores, donde terminaría la ruta. Acompañados de un paisaje característico de la Puna, fuimos continuando, a paso ligero, con el sudor friolento a causa del sol y el viento y una sed casi imposible de saciar; el ichu era la especie predominante, los bofedales estaban parcialmente distanciados unos de otros, las aves que con su canto hacían ameno el viaje, tantas cosas que había por apreciar pero el cansancio y la ansias de llegar al primer campamento no permitieron verlas con detalle, muchos escenarios de paisajes pasaron desapercibidos.
Habían señales de que se avecinaba un aguacero, nos lo decía Jashi, teníamos que acelerar, pero que pesado y cansado se hacía… llegamos a las faldas del nevado Llica, cruzando antes un río muy caudaloso, profundo y cristalino, se podía oír y sentir lo frío que estaba; los fuertes vientos indicaban que la lluvia se acercaba, debíamos darnos prisa en armar las carpas y luego preparar algo de comer.
La noche estuvo acompañada de nieve y lluvia pero habíamos quedado rendidos y profundamente dormidos que no sentimos ningún ruido hasta dar las 5 de la mañana, que sería la hora de levantarnos para continuar con la ruta, ahora si cruzaríamos el nevado, que desde sus faldas se observaba lo majestuoso que era. Nos dimos prisa en levantar todo, no habría tiempo de preparar el desayuno, lo haríamos luego dijo Jashi, cargamos nuestras cosas y partimos. Todos iban muy adelante, a mi paso veía como los chicos estaban agotados, excepto Jashi que parecía tener prisa en llegar pronto a la cumbre, debíamos apurarnos para darle el alcance y no demorar, las palabras sobraban, fuimos cogiendo ritmo en la subida. Poco después estaría solo a unos metros de Jashi, darle el alcance quería pero la nieve me dificultaba dar pasos más acelerados, se sentía la nieve hasta las pantorrillas, al pisarla los pies se te hundían y sacarlos cansaba aún más, de pronto volteé para dar un pequeño descanso y veía a los chicos, a todos en fila, Marilia a unos cuantos metros detrás mío, Stephani y Oscar, que venían charlando y Hugo que venía al final cargando los víveres además de su mochila. Llegamos así hasta casi los 4,980 m.s.n.m. en donde encontramos una laguna, no recuerdo el nombre, solo lo oscuras que eran sus aguas, desconocía las razones y Jashi decía que siempre fue así; mostraba tenebrosidad por la neblina que sobre él corría, por la soledad que parecía reflejar; contemplábamos la laguna esperando al resto hasta reunirnos y todos juntos continuar. Faltaba muy poco para llegar a la cima, el GPS iba marcando las altitudes hasta llegar a los 5,065 m.s.n.m., donde aparecía muy claro la ansiada cima y que desde allí se tenía una magnífica vista del paisaje que rodeaba al nevado.
Habría que continuar con el camino, entonces emprendimos la bajada, una pendiente muy fuerte y pronunciada causaba temor, con las pisadas varias rocas resbalaban hasta chocar con otras o dar con la parte más baja. Por las faldas del nevado llegamos cerca a un riachuelo de agua dulce, desde aquí la vegetación que apreciaba era muy distinta a la que vimos antes, no era muy diverso pero se lograba ver otras especies como asteráceas, cactáceas, entre otras; dimos con un camino de herradura, por este terminaríamos de bajar para continuar con uno llano.
Estuvimos caminando por horas hasta casi las 3 de la tarde, ya agotados nos encontrábamos. Al final veníamos Hugo, Marilia y yo, quienes a la distancia lográbamos ver unos pequeños arbolitos, no creíamos que fuesen quinuales, por que los bosques que esperábamos ver serían grandes y densos, estos eran pequeños manchales y se encontraban en zonas poco accesibles y altas, algunos en laderas de fuerte pendiente.
La noche no podía alcanzarnos; teníamos que bajar por “escalera”, tramo que era llamado así por los escalones de piedra que tenía, y un camino muy estrecho. Muy agitados llegamos a un Mirador, a mí llegada Don Jacinto daba indicaciones a Stephani y Oscar para acampar y paralelamente se iba despidiendo, por que tendría que estar esa misma tarde en Miraflores, terminó despidiéndose de Hugo y partió. A la distancia veía la velocidad con que terminaba dar vuelta a la quebrada y como iba perdiéndose en tan densa vegetación que de seguro lo acompañaría.
A la mañana siguiente muy temprano partimos del mirador, acompañados de una densa neblina que lograba cubrir todo nuestro alrededor y al mismo tiempo las plantas herbáceas, matorrales y cactáceas no nos permitían pasar, generando dificultades en el camino. Una densa vegetación cubría los cerros, estaban vestidos de un verdor increíble donde se lograba ver especies variadas de flora y de las muchas pocas se identificaban a la vista como: taya (Baccharis odorata), porojcha (Pasiflora trifoliata) y tillo-tillo (Fabiana fiebrigii) cantuta (Cantua buxifolia), calceolaria (Calceolaria sp.) y un colle (Buddleja coriaceae) bastante viejo de unos 0.94 m de diámetro.
Fue largo el camino, pero ninguno lamentaba haber pasado cada instante con nuestros pesados equipajes. A nuestra llegada nos saludó y dió la bienvenida una persona mayor con quien además nos tomamos una fotografía (imagen 3); llegamos a la plaza y el Guardaparque Roy se sorprendió en vernos, nos preguntó como así es que habíamos logrado cruzar la ruta a través del nevado con tantos equipajes si de por si el camino era algo cansado…, fuimos entablando conversación y nos fue contando de los atractivos e historias que guardaba el distrito de Miraflores, mientras esperábamos a la camioneta que nos recogería para ir a Alis, otro distrito por conocer.
Miraflores cuenta con dos comunidades campesinas la de Miraflores y Piños, y en él se encuentran muchos recursos como: el Pueblo Antiguo de Huaquis, el Cañón Pongo, el Nevado Uman, las Andenerías del Maizal, el Mirador de Ucuria, los Bosque de Queñuales y otros.
|
Con pobladores del distrito de Miraflores -RPNYC |
El camino a Alis era increíble, cada quien quedaba maravillado cuanto lograba observar; se podía apreciar andenes, donde cultivan papa nativa, se veía con claridad que conservaban la cultura antigua, también en el distrito de halla un pequeño rodal de Puyas, no lo observamos pero lo poblares así lo indican. Nos quedamos dos días y una noche en Alis donde fue placentero el descanso, la comida y el compartir experiencias con algunos Guardaparques que habían asistido a un curso de capacitación; pero lo más rescatable de todo es que llego a entender lo maravilloso que es conocer y descubrir lo que hasta el momento se desconoce.