Ser parte del programa de voluntariado en la RESERVA PAISAJÍSTICA NOR YAUYOS COCHAS es una experiencia que siempre recordaré. Las razones por las que decidí aventurarme en este programa fueron porque deseaba conocer más sobre el manejo de recursos en esta reserva, pero puedo asegurar que lo que aprendí fue mucho más que eso.
La parte más difícil de todo es alejarse de la familia, pero una vez que te das cuenta de lo maravilloso que es la RESERVA PAISAJÍSTICA NOR YAUYOS COCHAS, comprendes que el sacrificio vale la pena, ya que conoces distintas realidades a la tuya.
Esta experiencia se inició el 07 de enero, día que me asignaron el puesto de control ubicado en Huancaya. No pude llegar a mi puesto ese mismo día por inconvenientes que la vida suele presentar, así que tuve que pasar la noche en la oficina enlace de Alis. Al día siguiente viví mi primera aventura: viajar en moto, movilidad que antes no era de mi agrado.
Al llegar a Huancaya fui recibida por los guardaparques con los brazos abiertos. Con el transcurrir de los días fuimos realizando diferentes actividades como los patrullajes, monitoreos, reuniones, etc., y en cada una de estas fui conociendo más ese sector de la Reserva. Durante el trascurso de mi estadía en el puesto de Huancaya, compartí experiencias con otro voluntario llamado George, a quien lo considero una persona muy alegre. George y yo llegamos a congeniar muy bien.
Realicé un sin fin de salidas de campo, pero las que más recuerdo son las de Paraco (Vitis) y Yanacancha (Huancaya). Paraco porque fue mi primer patrullaje con más de tres horas de caminata y porque pude ver los rodales de puyas; Yanacancha porque fue la primera vez que caminé sobre bofedales y además porque inicialmente el camino es complicado; sin embargo, con el apoyo de los guardaparques, logré cumplir con la actividad programada.
El trabajo que se me dejó encargado como voluntaria fue el levantamiento de las parcelas de papas nativas, el cual se desarrolló en las comunidades de Huancaya y Vitis desde el puesto de control ubicado en Huancaya. Luego se me comunicó que debía realizar el mismo trabajo en Huancachi, Laraos, Carania y Miraflores, por lo cual tuve que trasladarme al puesto de control de Llapay. Al llegar a este puesto conviví con otros guardaparques y voluntarios como Carla, Raúl, Sandra e Isabel, de quienes aprendí mucho.
Debo mencionar que me sucedió algo inesperado durante el levantamiento de las parcelas de papas nativas en Laraos. Mientras realizaba mis actividades como geógrafa, algo se movió entre la vegetación de un andén próximo al mío. Era un venado que se encontraba a menos de tres metros. Ver a ese hermoso animalito generó que todo el esfuerzo físico pasara a un segundo plano, lo cual me animó a seguir con mi trabajo, pues me encontraba sola. Otra de las experiencias memorables fueron los viajes en moto por las noches, ya que para mí fue nuevo sentir el viento, la lluvia y el frío mientras me trasportaba a toda velocidad.
Una de los sucesos que más resalto de esta experiencia es que siempre tenía motivación para seguir trabajando. Todas las actividades aprendidas durante los patrullajes Influyeron mucho, las conversaciones con los guardaparques y también el darme cuenta del hermoso paisaje que me rodeaba.
Finalmente solo me queda agradecer la oportunidad de participar en este programa de voluntariado, así como también ofrecer mi agradecimiento a cada uno de los guardaparques que me apoyaron durante esta nueva experiencia. Gracias Fidel Obizpo, Abdón Cochaches, Augusto Crispín, Viviana Ruiz, Raul Crispin y Jacinto Jimenez por ser parte de esta hermosa experiencia.
La parte más difícil de todo es alejarse de la familia, pero una vez que te das cuenta de lo maravilloso que es la RESERVA PAISAJÍSTICA NOR YAUYOS COCHAS, comprendes que el sacrificio vale la pena, ya que conoces distintas realidades a la tuya.
Esta experiencia se inició el 07 de enero, día que me asignaron el puesto de control ubicado en Huancaya. No pude llegar a mi puesto ese mismo día por inconvenientes que la vida suele presentar, así que tuve que pasar la noche en la oficina enlace de Alis. Al día siguiente viví mi primera aventura: viajar en moto, movilidad que antes no era de mi agrado.
Al llegar a Huancaya fui recibida por los guardaparques con los brazos abiertos. Con el transcurrir de los días fuimos realizando diferentes actividades como los patrullajes, monitoreos, reuniones, etc., y en cada una de estas fui conociendo más ese sector de la Reserva. Durante el trascurso de mi estadía en el puesto de Huancaya, compartí experiencias con otro voluntario llamado George, a quien lo considero una persona muy alegre. George y yo llegamos a congeniar muy bien.
Realicé un sin fin de salidas de campo, pero las que más recuerdo son las de Paraco (Vitis) y Yanacancha (Huancaya). Paraco porque fue mi primer patrullaje con más de tres horas de caminata y porque pude ver los rodales de puyas; Yanacancha porque fue la primera vez que caminé sobre bofedales y además porque inicialmente el camino es complicado; sin embargo, con el apoyo de los guardaparques, logré cumplir con la actividad programada.
El trabajo que se me dejó encargado como voluntaria fue el levantamiento de las parcelas de papas nativas, el cual se desarrolló en las comunidades de Huancaya y Vitis desde el puesto de control ubicado en Huancaya. Luego se me comunicó que debía realizar el mismo trabajo en Huancachi, Laraos, Carania y Miraflores, por lo cual tuve que trasladarme al puesto de control de Llapay. Al llegar a este puesto conviví con otros guardaparques y voluntarios como Carla, Raúl, Sandra e Isabel, de quienes aprendí mucho.
Debo mencionar que me sucedió algo inesperado durante el levantamiento de las parcelas de papas nativas en Laraos. Mientras realizaba mis actividades como geógrafa, algo se movió entre la vegetación de un andén próximo al mío. Era un venado que se encontraba a menos de tres metros. Ver a ese hermoso animalito generó que todo el esfuerzo físico pasara a un segundo plano, lo cual me animó a seguir con mi trabajo, pues me encontraba sola. Otra de las experiencias memorables fueron los viajes en moto por las noches, ya que para mí fue nuevo sentir el viento, la lluvia y el frío mientras me trasportaba a toda velocidad.
Una de los sucesos que más resalto de esta experiencia es que siempre tenía motivación para seguir trabajando. Todas las actividades aprendidas durante los patrullajes Influyeron mucho, las conversaciones con los guardaparques y también el darme cuenta del hermoso paisaje que me rodeaba.
Finalmente solo me queda agradecer la oportunidad de participar en este programa de voluntariado, así como también ofrecer mi agradecimiento a cada uno de los guardaparques que me apoyaron durante esta nueva experiencia. Gracias Fidel Obizpo, Abdón Cochaches, Augusto Crispín, Viviana Ruiz, Raul Crispin y Jacinto Jimenez por ser parte de esta hermosa experiencia.
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