marzo 12, 2015

Las buenas historias inicias cuando conoces un área natural protegida, su gente, costumbres y su belleza escénica.

Experiencia de un voluntariado por Carla María Llerena Quiroz

Algunas buenas historias inician cuando decides postular como voluntario  a una reserva.  La emoción es desbordante y muy intensa al saber que  podemos  desarrollar nuestro aprendizaje superior en una hermosa Área Natural Protegida.

Llegué a Huancayo después de una larga travesía desde Arequipa, mi hogar.  La estadía en la oficina de la RESERVA PAISAJÍSTICA NOR YAUYOS COCHAS fue agradable, ya que conocí al jefe, los especialistas y a otros voluntarios.  De inmediato, después de mi llegada, la interacción con ellos se hizo familiar. Pronto empezamos  a compartir coincidencias, risas y la emoción de empezar una  nueva experiencia. 

Todos los voluntarios pasamos la noche  en la oficina. Nos acostamos temprano, porque saldríamos a nuestros puestos en la mañana.  Estudio Biología en la Universidad Nacional de San Agustín – Arequipa. Mi pasión son las aves, por ello fui designada a realizar monitoreos de estas especies en bosques y lagunas. Los puestos de control de Llapay  y  Huancaya fueron mis hogares durante todo mi  voluntariado.

Es allí cuando la aventura recién inicia.

No había señal de celular ni de televisión, solamente la computadora era la única diversión en las tardes de lluvia. A pesar de extrañar la tecnología  del cual estoy acostumbrada, estos  pasaron desapercibidos frente al  calor impresionante de las personas. Ellos siempre estuvieron dispuestos a ayudarme e invitarme un plato de lentejas cuando pensaron que me había perdido entre los andenes o cuando me lastimé las rodillas y manos con espinas.

Las sorpresas con las aves siempre ocurren de improviso, como cuando estuve sentada en una piedra en la carretera de Huaychana. Aquella vez vi pasar 27 cóndores cerca de mí. Sólo me quedé mirándolos muy alucinada por el privilegio que la naturaleza me había brindado. También me golpeé la cabeza con las ramas de los bosques mientras trataba de tomar una buena foto de un picaflor. Era toda una aventura poder ver una nueva especie para sumarlo a mi lista, pero era grato vivir aquellas largas caminatas que tenía que hacer para llegar a un nuevo lugar donde podía ver mis amadas aves.

Los voluntarios y los guardaparques pasaron a formar parte de mi nueva familia. Las caídas, los cuidados cuando alguien se enfermaba, las granizadas de improviso, los karaokes en grupo para divertirnos en nuestro tiempo libre,  las historias de las tardes acompañadas con quequitos de chocolate; son momentos que van acompañados de muchas sonrisas.

Sé que  pronto volveré a la RESERVA PAISAJISTICA NOR YAUYOS COCHAS , porque aún hay mucho que ver en esta hermosa reserva.

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