junio 03, 2012

Guardaparque por un día, impactada por la experiencia


Después de leer detenidamente las bases del concurso Guardaparque por un día, sentí una emoción inmensa y que sencillamente mi sueño de conocer uno de los tantos lugares que anhelo sería realidad; escribí la siguiente frase: “El hecho de cuidar los recursos naturales peruanos protegidos por ley, significa que ahora y más adelante tendremos para nuestras generaciones venideras, mágicos espacios en los que apreciar diversos ecosistemas en profunda actividad de simbiosis; en los tiempos que discurren la tierra necesita ser tratada con cuidado y sólo héroes nacionales pueden llevar consigo esta responsabilidad y estos héroes son ubicados en el SERNANP, pues ellos saben que su propósito y entrega no sólo protege a una especie y cultura sino a todo un legado.”, le adjunté una foto tomada en el jardín de mi casa como anexo y fue enviada hasta Lima vía electrónica, mientras los días transcurrían iba imaginando cómo sería estar en la Reserva.


Y llegó el día, entré al fan page de SERNANP y que emoción; allí encontré mi nombre, estaba hecho la madre naturaleza me estaba dando un regalo y sin más decidí gestionar mi permiso  que fue apoyado por una de mis mejores amigas Anita a quién le estaré profundamente agradecida siempre, pues ella aceptó cubrirme durante esos mágicos días.

Llegó el 26 de Mayo fui desde San Jerónimo de Tunán en el distrito en el que vivo, hasta Huancayo, para encontrarme con los dos ganadores más que completaban la terna como suertudos al obtener el obsequio anhelado, y con los héroes de SERNANP a quienes de manera tácita me había dirigido en mi frase.

Me encontré con ellos: Gonzalo Quiroz como jefe de la Reserva, y Ever quién manejaría hasta llevarnos al mágico inicio de nuestra aventura los saludé y emprendimos  el viaje rumbo a la Reserva, en el camino iba conociendo a Luis y Diego, Luis Ingeniero de Sistemas y Diego estudiante de Ingeniería ambiental, y me presentaba también como Bachiller de Administración de Empresas, egresada de la Universidad Continental, luego hablamos sobre nuestras expectativas respecto a nuestro curioso regalo hasta llegar hasta Pachacayo, donde tuvimos un grato recibimiento por Alan y Wilbort ambos guardaparques con un cálido desayuno, al terminarlo nos dijeron que uno de nosotros tres nos quedaríamos en el puesto para ganar tiempo para que uno de nosotros conociera esa parte de la reserva y después compartir fotos, honestamente creí que los tres iríamos para todo lado, sonreí  y me pareció una idea razonable, nos otorgaron unos uniformes y ya formábamos parte; Qué emoción!!!. Entonces el elegido para el puesto de Pachacayo fue Diego, ese día tendría censo de aves y por lo tanto viviría desde ya su primer día como Guardaparque, me sentí feliz por ello, nos despedimos y continuamos nuestro viaje. En el trayecto Luis y yo quedamos sorprendidos por tan maravillosos paisajes, por la calma y tranquilad, los pajonales  tan poblados de Ichu dorado y de entre sus caídas ganado que pasteaba por allí, más adelante nos topamos con aves como el Yanavicu y la Huachua, estos últimos andan siempre en pareja explicaba Gonzalo Quiroz jefe de la Reserva, y seguidamente encontramos los picos del Pariaccaca, tan majestuoso como sólo él puede ser, Luis y yo no dudamos en decir casi a un solo tono de que para nuestro próximo viaje deseábamos estar allí;  nuestro viaje continuaba, se presentaron avecillas de vistosos colores para acompañar nuestro recorrido.

Luego nos topábamos con el río Cañete, y dije internamente que Dios había sido tan generoso de crear cada maravilla, como esas aguas tan cristalinas que mis ojos estaban admirando, en ese instante imaginé que sería realmente  gratificante estar por allí con mi familia, mis amigos y amigas para contemplar tanta maravilla junta, es así que prometí internamente invitarlos. Luego llegamos a Huancaya  aquí hallamos otro puesto y en él se quedó Luis, seguí el viaje y pasamos por la laguna Piccquecocha, pero qué maravilla, allí me imaginaba a turistas que seducidos por tanta belleza, hacían muchas tomas artísticas; admirándola cómodamente por sus visores. Las fotos que tomaba en el viaje eran con la intención de mostrar a la madre naturaleza en este espacio que sabiamente fue hecho reserva, y con todas las fuerzas de mi alma, pedí que se conserve así tan bonita. Luego llegué hasta Alis allí era donde yo me quedaría pues había otro puesto de control, allí me presentaron a María como especialista de la reserva pues es bióloga, muy amigable y atenta, fuimos hasta la casa de Raúl otro guardaparque, de lindo carácter y muy atento, para almorzar y conversar temas de la Reserva; entre conversas terminamos la comida y luego fuimos al puesto de control para despedirnos, me otorgaron unos binoculares para visualizar diversas características de la Reserva,  y me quedé con mucho gusto, María me contó sobre su natural Arequipa, sus estudios y cómo llegó a SERNANP, y gustosa respondía a cada pregunta que le hacía; al puesto acudieron una pareja de turistas para solicitar información y oía como Raúl y María les contaban detalles de la Reserva y diversas zonas del Perú, de mi parte les hice algunas preguntas a las que respondieron con mucha amabilidad, luego María me enseñó sobre las fichas de patrullaje que manejan en el que están alertas si es que hay alguna amenaza con las siguiente tipificaciones: Quema de pastos, matorrales u otros, Minería informal, Cacería furtiva, Destrucción de Andenes y/o sitios arqueológicos, Posible contaminación de cuerpos de agua, todo ello buscando siempre la conservación de la Reserva, seguimos conversando y al llegar la noche Raúl nos trajo  café con galletas, y seguía la charlando y contándonos historias, y anécdotas, después de un rato su pequeña Genoveva, enviada por sus madre nos invitada a tomar sopa en su casa, asentimos con gusto y ya allí seguían lloviendo las historias, hasta que llegó el momento de dormir, no sin antes fijar agenda para el día siguiente y ver el maravilloso cielo estrellado que decía que en la noche seguirían creciendo a su gusto las plantas y muchas avecillas estarían listas para su primer vuelo del día siguiente, fijamos la agenda para el día siguiente y nos dispusimos a dormir.

Era el 27 de Mayo nos despertamos y nos alistamos para ir rumbo a Coricoto, mientras más subía, el paisaje lleno de Andenes se tornaba más y más espectacular, otra vez las fotos estaban a la orden, María me encargó tomarle fotos a las aves y prometí  para mi próximo viaje intentaría volverme diestra  pues era un tanto complicado el encargo. Después de contemplar Alis de distinto ángulo desde arriba, decidimos bajar y se me antojaba entrar al río para bajar todo el calor que tenía en mi cuerpo, al llegar a Alis comí galletas con jugo- delicioso break, y después de reunirme con María y Raúl decidimos como guardaparques preparar cebiche  con tallarín, jamás me lo había imaginado, sin embargo todos ayudamos en la preparación y salió muy bueno, compartimos la mesa con la familia de Raúl y sus sobrinas, y no dudé en aprovechar la oportunidad para contar cuentos, y quedaron fascinadas y me solicitaban otro y otro más y yo los relataba con mucho gusto. Después de que la tarde ya había caído decidimos volver al puesto de control para continuar con las tareas del día,  y María me seguí explicando más detalles respecto a la biodiversidad de la Reserva y respondiendo  mis preguntas, llegó la noche y la hora de descansar, al día siguiente nos aguardaba otra aventura, iríamos a la laguna Piccquecocha, allí encontramos a  un maestro y estudiantes de Ingeniería Ambiental de la Universidad Continental, Raúl les explicó diversos detalles de la Reserva, y yo imaginaba estar en su lugar explicándolos también, después que ellos decidieron continuar su viaje rumbo a Huancaya, contemplamos la laguna y a seguir la tarea de fotografiar aves, y conseguí fotografiar a algunos patitos, me agradaba ver como caminaban sobre el agua, mágica experiencia, comimos un break, y luego fuimos rumbo a Miraflores el paisaje de ida al lugar sugería ser visto con detenimiento pero a juzgar por mi corta pero productiva experiencia era necesario llegar hasta Miraflores primero; ya en el lugar Raúl y María  estaban conversando con unos amigos, respecto a temas de monitoreo en la  Reserva y de pronto comenzaron a salir de una de las esquinas del parque de Miraflores, llamitas con distintivos en las orejas junto a su pastor para cambiar su carga de mantas y tejidos con papa nativa de Miraflores, que lindas, tan derechitas y bellas como son, y las fotos estaban allí de nuevo, ya iba siendo medio día y recordé que  al medio día vendrían a recogerme al puesto de Alis, así que nos enrumbamos de vuelta y entré por una de las calles hasta el parque de Alis de nuevo y allí estaba la camioneta  con Ever y de nuevo me encontré con Diego y Luis y las preguntas respecto a lo que vivimos estaban allí en la puntita de la lengua, llegó el momento de la despedida, me despedí de Raúl y luego fui hasta la casa de María para empacar mis cosas, nos despedimos no sin antes darnos los números de contacto y le dije que quedo en deuda con ella, me despedí con un abrazo y le dije que le diera una despedida de mi parte a la esposa de Raúl su hijita y sus sobrinas; luego me subí a la camioneta y estábamos de vuelta para Huancayo y a nuestro regreso el paisaje seguía dándonos sus regalos, no detuvimos hasta ver una laguna maravillosa, bajamos y hacía mucho frío pero igual nos agradaba captar tanta maravilla por nuestras cámaras; vimos llamitas y vicuñas, patitos nadando en la lagunas, y así transcurría nuestro regreso, yo me quedé dormida por un momento, al despertar logré ver un letrero de un lugar llamado Negro Bueno, me pareció curiosísimo el nombre, y nuestro viaje de retorno continuaba. Llegamos a la oficina de SERNANP en Huancayo allí nos proporcionaron material de difusión para la Reserva, nos tomamos una cuantas fotos más, nos despedimos y llegó la hora de ir a comer, y que mis amigos Diego y Luis llevaran algún objeto de recuerdo así que los llevé a la Casa del Artesano, hicieron sus compras y me acompañaron para tomar mi carro  rumbo a San Jerónimo de Tunán, mientras esperábamos seguíamos recordando todo lo vivido en la Reserva y prometimos volver, llegó el carro que me llevaría hasta donde yo vivo, me despedí de ellos y así terminaba la mágica experiencia de ser Guardaparque por un día.

                                                                                                 Por: Natalí Castro Santiváñez

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